Sunday 15 April 2012

La Calidad del Papel Higiénico y Su Impacto en la Vida: El Aleteo de una Mariposa

Hay veces que, para salir de un largo y tedioso caso de bloqueo mental, es necesario escribir un poco sobre un tema que nada tiene que ver con lo que sueles escribir. Este es el caso.





En los menos de 6 meses que lleva existiendo Mi Bundesliga, he escrito ya casi 100 artículos para la página. Una buena porción, claro, no implica un trabajo creativo mayor, porque es literalmente copiar el contenido de una nota, traducirla al español y listo; como con los rumores, Coeficientes UEFA, etc. Pero aquellos que son un poco más elaborados, en los que sí hace falta investigar, leer, traducir, parafrasear, copiar, redactar, etc., cada vez se me hacen más difíciles de escribir. No es desinterés en el tema; sigo viendo la misma cantidad enferma de fútbol que llevo viendo desde hace algunos años. No es aburrimiento; dentro de todo el trabajo que conlleva, siempre hay cierta motivación, consecuente del mencionado interés en el asunto. En parte, puede ser por mi déficit de atención, cada día más difícil de controlar y que me lleva a consumir enormes cantidades de tiempo en cosas que normalmente tendría listas en cuestión de minutos (gracias Facebook, Twitter, Tumblr, 9gag, StumbleUpon por su incontable cantidad de contenido basura). Pero por otro lado, tiene que ser desgaste. No hay otra manera de explicarlo.
Sumado a mis tareas en Mi Bundesliga y en Vavel -a las cuales admito públicamente estar dejando poco a poco a un lado por encontrarme sobresaturado de material-, está el posgrado, numerosos proyectos con los que muero por comenzar a materializar, la vida social de cualquier individuo con menos de 25 años, el trabajo de coach de un equipo de fútbol infantil, y los quehaceres de quien vive solo, aunado a la viajadera que implica estudiar al otro lado del mundo. No me quejo, aclaro, sólo me desahogo.
Deben estar pensando "¿qué carajos tiene que ver el papel higiénico (o toilet -pronunciado tualé-) con esta quejadera? Pues nada. Por ahora.
Como estoy ya sin imaginación para la política o el fútbol, he decidido que, de ahora en adelante, cada vez que mi mente lo pida, escribiré contenido basura -increíblemente inútil e inservible- en mi blog, intercalado con alguna que otra nota que si valga medio leer. Así que comencemos:

Una de las cosas que más ha cambiado en mi vida ha sido la calidad del papel de baño que utilizo. En casa, donde eso no tiene por qué ser un problema, era tersa, suave y acariciante. Acá, donde vivo con presupuesto de estudiante, cambia un poco el asunto. De El Rosal, a una cosa semblante a lo que obligan a los presos chinos a utilizar para limpiarse mientras ellos preferirían andar con el culo sucio a usar semejante vaina.
La comunidad de hombres de piel sensible a nivel mundial, no sé en cuanto ronda, pero sé que no soy el único, por lo que este tema tiene repercusiones en mi calidad de vida. Quizás simplemente estoy destinado a usar el bidet hasta el día en que me muera; pero de eso no hay en cada baño. He ahí el peo. ¿Cómo vivir meses con semejante tortura? ¿Y si me da un problema estomacal? Me jodí, simple y llanamente me jodí, de ser ese el caso.
Increíble pensar que una variable tan insignificante en la vida, como lo es en efecto la calidad del papel con el que me aseo, puede afectar algo tan importante para la psique humana como lo es la comodidad. Porque, por supuesto, no todo termina en nalgas irritadas, sino también en pensamientos como los que ya he debido tener, similares a: "mejor me aguanto, seguro si voy termino con ardor innecesario y el día de hoy es largo. No, no, no, no, no. La pinga. Esta noche, si acaso".
Entonces, esta aparentemente inovensiva diferencia cae en perfecta simetría con lo que es el Efecto Mariposa; segunda parte del título de esta nota. Aquella teoría, parte de la teoría del caos, postula que cualquier pequeño cambio en la posición - o estado- inicial de un objeto, tendrá consecuencias incalculables en los resultados. También es el título de una película bastante mierdosa con Aston Kutcher, que, no es más que la "hollywoodificación" de una teoría ideada por un matemático francés. Presumimos que les atrajo la premisa que es el nombre de la teoría, admitidamente algo gay y engañosa. El origen del nombre es un peo entre una mariposa y un huracán, pero divago.
Volviendo al tema del papel tualé. Me resulta difícil de procesar que, en serio, esta cosa barata, fea, a veces con olor a limón o durazno artificial -espero, si es un olor natural, pobre del carajo que tiene ahí frotando fruta contra un pedazo algo deficiente de papel-, pueda tener tal impacto en mi calidad de vida, que me encuentre despotricando en contra de él. Y lo que más me perturba es que no es la única cosa de este estilo que suele impactarnos a nosotros como especie.
O es que para nada nos quejamos de que un blue jean nos saque un cauchito de mierda, o que un shampoo nos da caspa, o que se te ven los pezones a través del precioso top que viste en Confetti en descuento y ahora entiendes por qué coños está en descuento, así como el penetrante dolor que producen las boslas de supermercado en tus dedos cuando vienen pesadas y le pones doble bolsa para que no se rompa. Los humanos somos quejadores compulsivos, y creo que no hay nada de lo que no podamos quejarnos. Y el venezolano lleva esto un paso más hacia adelante.
Yo estoy seguro que ha habido venezolanos que han ido a templos milenarios en los Himalayas tibetanos, en búsqueda de paz espiritual y emocional, conociendo a los míticos monjes budistas, que en algún momento de su emocionante travesía se han quejado de que no les entra EDGE al Blackberry del coño. "Es que quedé en mandarle un pin y una foto a mi tía María Gracia cuando llegara al tope de la montaña, estaba emocionadísima por el viaje mío".
Es una falla genética de la especie. No hay nada que hacer al respecto, sino quejarnos, calarnoslo y jodernos. La vida es dura y cruel, y para una especie con refranes como "son los pequeños detalles los que cuentan", de bolas que un papel tualé áspero es el fin del mundo.

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