Sunday 20 March 2011

Qué diferente es todo

De todos los Bundesland en Alemania en que pude caer, puedo considerarme “afortunado” de estar en el que mayor controversia sortea en este momento: Baden-Württemberg. El 27 de marzo hay elecciones regionales y la balanza de poder en este estado del suroeste germano puede cambiar, todo gracias a un proyecto de transporte.

Se trata del Stuttgart 21; un proyecto en el que se pretende reemplazar la actual –e histórica- estación central de trenes de Stuttgart, con una subterránea; en aras de convertir a dicha ciudad en un “verdadero punto medio de Europa”. El proyecto nace a mediados de los 80 y desde su concepción, ha probado ser lo suficientemente controversial como para que en el 2009, recién se comenzara la obra.

Stuttgart se encuentra en una especie de encrucijada entre París, Viena y Berna. Ello la convierte en un punto de convergencia de tráfico ideal para toda la gente que viaja desde Francia, Holanda, Bélgica, y la Península Ibérica, hacia la península italiana y el este de Europa, y viceversa. La idea es convertir a Stuttgart en un enlace necesario en el mapa europeo.

¿Por qué es esto algo visto como negativo?

Por el hecho que los costos del proyecto apoyado por los partidos CDU, FDP y SPD se calculan entre los cinco y diez mil millones de euros; cifra considerada excesiva por los contribuyentes al fisco. Otro aspecto que incomoda a los habitantes de Baden-Württemberg es que se demolerá parcialmente la estructura de la Estación Central de Trenes de Stuttgart, la cual es parte del patrimonio histórico de la ciudad.

Poco ha ayudado el gobierno. En multitudinarias manifestaciones, la opresión policial ha convertido al Stuttgart 21 en un escándalo nacional. La reacción a las manifestaciones –la más grande llegando a 50.000 personas antes de la represión y 100.000 una vez comenzadas las obras- ayudó a la causa de la oposición, principalmente al partido Die Bündnis 90- die Grünen (partido ambientalista), a voltear una tradición política fuertemente arraigada a Baden. Y es que debido a ello, y tras 39 años de dominio político, el CDU (partido social cristiano) perdió la mayoría en el Concejo de la ciudad –similar al Cabildo Metropolitano en Caracas-. Esto significaría la primera gran victoria para el partido verde en una ciudad con más de 500.000 habitantes.

Actualmente, sigue en construcción el proyecto, y por ende, sigue en la agenda política. Recogimos los panfletos para las venideras elecciones de los tres principales partidos de centro- izquierda en Alemania: Die Bündnis 90- die Grünen, SPD (Soziodemokratische Partei Deutschlands –los socialdemócratas-) y die Linke (literalmente traducido como la izquierda). Para quienes venimos de un país de tanta turbulencia e inestabilidad política, la forma en que se hace política en Alemania no solo es admirable, sino también envidiable.

Elegimos recoger los panfletos de estos tres partidos, justamente por su inclinación hacia la izquierda en la balanza política. Viniendo de un país en el que se reconoce al partido gobernante como uno de extrema izquierda (o de izquierda dura), sería un interesante punto de comparación entre ambas realidades, la alemana y la venezolana.

Sabemos que son dos países con problemas y preocupaciones completamente diferentes. Negar aquello sería no solo absurdo, sino irresponsable. Aun así, el discurso de los partidos de ambos países puede ser analizado, así como el racionalismo con el que se exponen los argumentos.

Sobre el tema del Stuttgart 21 los ambientalistas dicen que “es muy caro y no trae mejoras substanciales al sistema de transporte. Una política de transporte moderna le trae más bien a los ciudadanos[1] y refuerza el transporte regional y local”. En pocas palabras, el gasto no está justificado con resultados que verdaderamente mejoren el transporte a niveles óptimos. Demás está decir que no hay muchas modificaciones que se le puedan hacer al sistema de transporte alemán. La puntualidad, calidad y rapidez con que se viaja deja en vergüenza a la mayoría de los países, sino es que a todos.

En el panfleto del SPD, como es de esperar, no aparece el tema por ningún lado. De hecho, más que un panfleto, es una especie de tarjeta postal con un mensaje centrado en “elegir el cambio”; lema adoptado por los socialdemócratas tras el descalabro electoral en los últimos comicios presidenciales. La razón por la que no aparece Stuttgart 21 o el tema del transporte en ninguna parte es por el hecho que ellos son partidarios al apoyo de dicho proyecto. Y siendo bastante impopular -64% de los entrevistados en relación al tema se oponen a él, según Bild-, defenderlo costaría votos necesarios.

Die Linke es mucho más doctrinario al respecto. Se hace mención en tercera persona al partido en casi todos los párrafos. Por supuesto, su postura es contraria al proyecto y se habla de él: “Stuttgart 21 es un proyecto de transporte y de especulación que afecta a ciudadanas y ciudadanos de todas partes. En los países libres de Europa, este sería el proyecto inmobiliario más grande en todo el continente. Estamos opuestos a él y nos expresamos de modo parlamentario y para-parlamentario en su contra, y del hecho que vaya a ser puesto a referéndum. Solo con fuerte presión desde afuera (del Estado), con la salida del CDU y la elección de Die Linke, podríamos detener este proyecto milmillonario”.

Algo curioso de este panfleto es mención al tema militar, en el que se habla fuertemente en contra: “Proponemos eliminar cualquier tipo de influencia militar de nuestro sistema escolar”. Como es el único partido que habla sobre este tema, se puede inferir que no hay una verdadera amenaza al respecto. Sin embargo, y en grandísimo contraste con el gobierno venezolano actual, se habla en contra del ejército, haciendo clara una diferenciación entre ambos partidos de izquierda (die Linke y PSUV). Ello nos obliga a pensar en la teoría política y la definición de la izquierda y derecha, sobretodo refiriéndose a este tema.

La realidad venezolana la conocemos y tenemos a flor de piel. Su mención caería en la repetición de un sinnúmero de artículos y libros escritos al respecto. Es con nuestra experiencia que lo contenido acá puede ser contrastado. ¿Cómo son las campañas electorales venezolanas? ¿Contienen verdaderamente un mensaje, o son un simple “vota por mí y no por él”? El matiz político en Venezuela no es tan variopinto como creemos. Es cierto, hay más de ochenta partidos, pero realmente, ¿es la cantidad lo que demuestra nuestra heterogeneidad en la política? En el mejor de lo casos, solo afirma la terquedad e imposibilidad de llegar a un acuerdo sin que mesas vuelen y divisiones surjan. En un país de casi 85 millones de personas, parecen alcanzar poco más de 10 partidos. Entonces, ¿qué pudiesen ofrecer más de 80 partidos que pudiese considerar como algo ‘fresco’ o nuevo?

Incluso, entre los partidos más grandes, muchos son producto de fracciones internas: Un Nuevo Tiempo, Movimiento Al Socialismo, La Causa R, Patria Para Todos, Poder Democrático Social (PODEMOS), entre otros. En realidad, la oferta política de estos partidos es bastante homogénea. ¿O es que UNT ofrece algo nuevo a lo ofrecido por Acción Democrática?, ¿El MAS y PODEMOS, en qué difieren ideológicamente de PPT o LCR? Quizás haya algún matiz en que difieran, como por ejemplo que LCR es principalmente un partido sindicalista; pero a grandes rasgos –que son los que definirían su rol en unas elecciones para el poder ejecutivo o legislativo donde varios temas y problemas son discutidos- no difieren mucho. La solidificación de bases es la única forma en que partidos agotados por el tiempo no pierdan su vitalidad. La unión hace la fuerza, y pese a roces internos, los partidos alemanes han aplicado esa fórmula con éxito durante décadas. No es restregarlo en la cara; es escribirlo en un pizarrón, para que los demás lean, copien y aprendan.



[1] Atención a la palabra empleada para referirse al electorado. ‘Ciudadanos’ en vez de ‘pueblo’. Ambas palabras conllevan connotaciones diferentes y no necesariamente compatibles, pese a referirse al mismo grupo de personas.