Sunday 24 April 2011

Viejo orden y su desmoronamiento






Francia e Italia juegan cada vez un menor papel en la fortaleza de las cinco ligas más importantes de Europa.

Este año, previo a las semifinales de la Europa League y la Champions League de la UEFA, 243 veces han sido celebradas unas merecidas –o no tanto- victorias en ambos torneos. Ocurre algo esta temporada que podría ser el comienzo de un patrón, y que es el resultado del desmoronamiento cualitativo de dos de las cinco ligas de mayor peso en Europa: la Serie A italiana y la Ligue 1 francesa.

Más que nunca vive una crisis la Calcio italiana, la cual perdió oficialmente el cuarto cupo a la Champions League, y por más de ocho puntos de diferencia. Ya Alemania comenzaba el año con una holgada diferencia de seis puntos, pero la actuación de los clubes de ambos países fue tan desigual que logró que dicha brecha se ampliara aun más. Solamente 13 triunfos en ambas competencias fue lo que Italia pudo conseguir. Si se considera que siete equipos italianos pueden formar parte de la Europa League y la Champions League, se ve cuán baja fue la actuación en ambos frentes. Menos de dos victorias por equipo y mucho menos de lo que suele lograr Italia en Europa. El año pasado, sumaron 28 victorias. El antepasado, 26. Tres años atrás, 23. Cuatro años atrás, 27.

Y mientras ellos se han rezagado considerablemente, Alemania –de un tiempo para acá- y Portugal –este año- han ido tomando mayor protagonismo. Loa germanos llevan cuatro temporadas seguidas rondando las victorias (07/08:31; 08/09: 30; 09/10: 29; 10/11: 26 –con posibilidad de alcanzar 29). Es innegable que su cuarto cupo en la UCL está más que merecida. Portugal ha pasado de oscilar cerca de las 15 victorias a obtener 25 este año, colocando a tres equipos en las semifinales de la Europa League.

Francia, en cambio, se ha tenido que conformar por pelear más en aras de retener el quinto puesto que en acercarse al cuarto. Con Portugal, Rusia, Holanda, Ucrania y Turquía al acecho, y contando con actuaciones flojas durante los últimos años –no ha podido superar el cuarto lugar del coeficiente UEFA en una temporada en más de siete años-, la Ligue 1 está cada día más cerca de perder el pedigrí que la caracterizó por tantas décadas. Que la liga llego a ser disputada por hasta seis equipos, es cierto. Pero ¿qué clase de disputa es? Una en la que escasean los goles y cada vez más los chicos tienen mejores chances de ganar; no porque hayan mejorado significativamente, sino porque los grandes han caído en calidad. Una gran desventaja de ser una liga exportadora de talento.

Mientras España, Inglaterra y Alemania fueron responsables del 37% de todas las 243 victorias en la Champions League y la Europa League, Francia e Italia sumaron solo el 10,6% (5,3% cada uno). Sus rivales más cercanos: Portugal: 10,2%, Rusia: 8,6%, Ucrania: 6,5%, Holanda: 6,1% y Grecia: 3,2%.

¿Por qué llegaron Francia e Italia a sufrir tanto?

Simple, desestimaron el valor y el peso de la Europa League. Mientras Rusia, Ucrania, Alemania, Portugal y demás naciones europeas han vivido grandes crecidas gracias a la extinta UEFA Cup y la Europa League, Italia y Francia han perdido cada vez más terreno en este campeonato. Desde el 2006, Fiorentina ha sido el único equipo italiano en colarse a las semifinales de la Europa League. Comparado, por ejemplo con Alemania (6 semifinalistas), quien tuvo a un representante en todas las semifinales desde el 2006 hasta este año. Cabe destacar que no ha sido un solo equipo, sino una amalgama de la élite germana la que ha ido: Schalke, Hamburg, Bayern y Bremen; Rusia, con su campeón Zenit Sankt Petersburg; Ucrania con Shakhtar Donetsk; Portugal con 3 semifinalistas este año. Ningún francés ha logrado meterse entre los mejores 4 desde que el Olympique Marseille lo hizo en el 2004. Es evidente que se han ido rezagando el cuarto y quinto en el Coeficiente UEFA.

Muchas veces descartada como una competencia segundona, de calidad cuestionable y de poca rentabilidad –punto en el que si se pudiese considerar de esa forma-, varios de los equipos clasificados participan sin querer hacerlo y a media máquina. Es hora de ver que en realidad es un torneo por naturaleza mucho más complicado que la Champions League –por el volumen de equipos, los sembrados de la UCL, las largas rondas de repechaje y las gigantescas distancias que hay entre un rival y otro-, y apreciarla por lo que es: la plataforma perfecta para conseguir puntos –y títulos- que mejoren la imagen de un equipo y hasta una liga ante el mundo.

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